La Vida del Apóstol Pedro: Un Cristiano como Tú y como Yo (Pt. 1)

Last Updated on noviembre 15, 2025 by Anthony Molina

Leer los evangelios es conocer de manera profunda la maravillosa vida de nuestro Señor Jesucristo. A través de estos encontramos no solamente relatos de Su obra, sino también rasgos de su persona como sus emociones, bondad y sus características divinas y humanas. Sin embargo, al terminar de leer los evangelios, la primera porción de Hechos y algunas cartas específicas, comenzamos a notar que un personaje resalta por sobre los demás apóstoles: el apóstol Pedro. Conocemos tantos detalles de su vida durante el ministerio terrenal de nuestro Salvador que, al final, casi vemos en él a un amigo con el que podemos identificarnos, al cual le confesaríamos nuestras culpas más profundas para que nos conforte con las palabras del Señor, aplicadas y acentuadas en él por medio de su experiencia.

Vemos que resalta como un líder, pero tiene como característica sobresaliente un mar de “contradicciones” en su persona: un día daba grandes declaraciones sobre la persona de Cristo, para decir una gran herejía al día siguiente. Siempre se caracterizó por un gran ímpetu y por ser el primero en querer hablar. [1]

En este trabajo realiza una biografía de Pedro uniendo los datos obtenidos en los evangelios, el libro de los Hechos, algunas cartas paulinas y sus propias epístolas. Mi propósito es ver en él su evolución como líder, cómo afecta su ministerio la venida del Espíritu Santo y, luego, notar cómo puedo aplicar esto a mi vida como miembro de una iglesia local. En esta primera parte, veremos al apóstol Pedro desde sus comienzos hasta antes de Pentecostés, para que en la próxima entrega lo veamos transformado después de la venida del Espíritu Santo.

LA VIDA DEL APÓSTOL PEDRO

Los Humildes Orígenes del Pescador de Galilea

Hijo de Jonás y con nombre de pila Simón o Simeón (Mt. 16:17; Jn. 21:16; Hch. 15:14), el apóstol Pedro es uno de los representantes más importantes entre los apóstoles del Señor Jesucristo. Sin embargo, las Escrituras nos muestran muy poca información sobre sus orígenes y su vida antes del llamamiento del Señor. Claramente, esto ha de ser porque las Escrituras nos dicen que “las cosas viejas pasaron” y todas han sido hechas nuevas en Cristo Jesús (2 Co. 5:17). Por tanto, esos detalles no interesan, puesto que la Biblia cuenta la historia de redención del pueblo de Dios por medio de su hermoso y poderoso Salvador, y no la historia de los hombres.

Lo que sí se conoce del apóstol es que era pescador de profesión en una aldea llamada Betsaida (Jn. 1:44), lo que nos llevaría a considerar que era originario de la misma, la cual era reconocida por ser una aldea de pescadores cerca de la costa del Mar de Galilea. Tenía una casa en Capernaúm (Mr. 1:29) y, al parecer, dirigía una empresa pesquera en sociedad con los hijos de Zebedeo (Lc. 5:10).

Además de esto, era hermano de Andrés (quien también se convierte en apóstol y, como veremos más adelante, es quien lleva a Pedro ante Jesús), y juntos parecen haber sido discípulos de Juan el Bautista (Jn. 1:35-42). Según algunos pasajes, Pedro era casado (Mr. 1:30; 1 Co. 9:5) y vivió con su familia en Capernaúm (Mt. 8:14; Lc. 4:38). [2], [3], [4], [5]

El Llamado: De Pescador de Peces a Pescador de Hombres

Jesús llamando a los pescadores Simón Pedro y Andrés en su barca en el Mar de Galilea, simbolizando el inicio de su ministerio como apóstol. – Foto: IA Gemini.

Es muy popular la creencia errada de que el encuentro de Pedro con Jesús en Marcos 1:16 (Mt. 4:18-19) fue el primero. Con esto, algunos resaltan que Pedro dejó todo por Jesús sin conocerle y sin mirar atrás. Sin embargo, esto no puede estar más lejos de la realidad, puesto que Pedro ya había tenido contacto con el Señor. El relato de Juan 1:41 muestra que Pedro ya conocía al Señor desde antes de su llamamiento en el lago de Galilea.

Ahora debo hacer un paréntesis antes de proseguir y remontarme a un personaje clave en el llamamiento de Simón Pedro. ¿Recuerdan que mencioné que Andrés, y muy probablemente Pedro también, eran discípulos de Juan el Bautista? Pues a continuación, permítanme sacar este “as bajo la manga”. La labor y el mensaje de Juan el Bautista eran claros: preparar el camino para que el pueblo de Israel reconociera a Cristo como el Mesías, ya que este profeta era la voz que clamaba en el desierto (Jn. 1:23).

En el evangelio de Juan, capítulo 1, entre los versículos 19 y 34, vemos el mensaje de este profeta, quien predicaba el arrepentimiento y el perdón de pecados, bautizando a los arrepentidos. Su testimonio culmina en el versículo 34, exclamando que Jesús era el Hijo de Dios. ¿Y por qué esta información es importante si estamos tratando la vida del apóstol Pedro? Por favor, concédanme un momento para expresar la relevancia del ministerio de Juan el Bautista antes de retomar la historia de Pedro.

Al día siguiente de este relato, el apóstol Juan se enfoca en uno de los dos discípulos del Bautista que creyeron en su mensaje: Andrés, hermano de Simón Pedro. Andrés, junto al otro discípulo (que seguramente era el mismo apóstol Juan), va tras Jesús, lo sigue y se queda con Él todo el día. Extasiado por el mensaje del Cordero de Dios, Andrés corre a darle las buenas nuevas a Simón, diciéndole que había encontrado al Cristo, para después llevarlo ante su presencia. Jesús, al verlo, le declaró:

“Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas”.

Ahora, si después de este primer encuentro consideramos el llamamiento oficial de Pedro en el mar de Galilea (Mr. 1:16) —después de un milagro portentoso que confirmaba la persona y el mensaje de Cristo—, podremos entender la importancia del ministerio de Juan el Bautista. ¿Cómo así? Pues he aquí la clave: ¡los apóstoles Pedro y Andrés son el resultado y la muestra viviente del efectivo ministerio de Juan el Bautista!

Es maravilloso ver el fruto del poderoso y fiel ministerio de Juan en la vida de Pedro y Andrés. También es pertinente notar que su decisión de seguir a Jesús no fue un acto de fe ciega ante un desconocido. Claramente, ambos son el resultado de una preparación de sus corazones para recibir el mensaje del Señor y tener una relación personal con Él. Dos de los apóstoles son fruto de aquella voz que clamaba en el desierto.

A partir de este momento, en los evangelios comienza a resaltar el apóstol Pedro como vocero y líder entre los demás apóstoles, sobre todo en los momentos difíciles (cf. Mt. 15:15; Mr. 10:28; Lc. 5:5). De hecho, en las cuatro listas de los doce apóstoles que aparecen en los evangelios, Pedro siempre es mencionado en primer lugar, resaltando así su liderazgo, ya sea por su edad o por su personalidad y carácter. [6], [7]

Este liderazgo no solamente se evidencia por su posición en la lista, sino también por el lugar que ocupa en los eventos más importantes de los evangelios. Por ejemplo: el Señor sanó a su suegra (Mt. 8:14-15); fue él quien preguntó a Jesús sobre quién lo había tocado en el milagro de la mujer con flujo de sangre (Lc. 8:45); estuvo, junto con Santiago y Juan, en la resurrección de la hija de Jairo (Mr. 5:37); fue el único que, en medio del pavor, caminó sobre el agua, aunque falló al instante (Mt. 14:22-33). Además, es quien pide a Jesús que les explique una parábola (Mt. 15:15), quien confiesa que Jesús es el Mesías (Mt. 16:13-19) y, al mismo tiempo, a quien Jesús reprende fuertemente por oponerse a la voluntad de Dios (Mt. 16:21-23), entre muchos otros eventos.

Otra muestra del liderazgo de Pedro es que estuvo con Jesús en la transfiguración (Mt. 17:1-9) y fue a quien el Señor involucró en la cuestión sobre el impuesto del templo (Mt. 17:24-27). Asimismo, es quien pregunta sobre el alcance del perdón (Mt. 18:21-22), hace la gran declaración de haberlo dejado todo para seguir a Jesús (Mt. 19:27-30) y, junto con Juan, es enviado a preparar la Pascua (Lc. 22:7-13). Por si fuera poco, es quien reacciona impetuosamente cuando Jesús intenta lavarle los pies (Jn. 13:6-11), para luego serle anticipada su negación, registrada en los cuatro evangelios (Mt. 26:31-35). Igualmente, es a quien Jesús regaña por quedarse dormido en Getsemaní (Mr. 14:32-42) y quien, aunque de manera negativa, se cree con el derecho de atacar a Malco, siervo del sumo sacerdote, durante el arresto de Jesús (Jn. 18:10-11). [8], [9]

De todos estos datos biográficos, es claro que los evangelios resaltan el liderazgo de Pedro, pero también muestran que, junto con Jacobo y Juan, formaba parte del círculo más íntimo del Señor Jesucristo. [10] De todos los eventos mencionados, y con el propósito de alcanzar el objetivo de este escrito, quisiera detenerme en algunos detalles específicos para analizarlos con mayor profundidad, debido al impacto que han tenido en mi vida y que probablemente tendrán en la tuya.

La primera declaración de Pedro

Esta primera declaración la encontramos en Juan 6:68-69. El contexto es el impacto que generaron en los apóstoles las palabras de Jesús después de la alimentación de los cinco mil. Al otro lado del lago, les dijo a la multitud que solo lo seguían por conveniencia, porque se les había saciado el apetito. Sin embargo, Él era el verdadero pan de vida, y quien quisiera hacer la voluntad de Dios debía creer en Aquel a quien el Padre envió. Esto impactó grandemente a la multitud, haciendo que los falsos seguidores se alejaran y quedaran solo unos pocos.

Teniendo claro el contexto, veremos el contenido de la declaración. De entre todas las equivocaciones del apóstol Pedro, por la gracia de Dios esta no es una de ellas. Aquí, el apóstol, impetuoso e impulsivo como siempre, tomó la palabra por los demás y declaró que no hay otra persona aparte de Jesucristo que los lleve a la vida eterna y satisfaga su corazón. Le contestó al Señor con una pregunta: “¿A quién iremos?”. Esta maravillosa pregunta muestra que Pedro, en medio de todas sus inconsistencias, tenía claro que Jesús era la persona correcta a quien debía seguir.

Esto revela el anhelo del apóstol de hacer las cosas bien delante de Dios y que, con una sinceridad no siempre acompañada de sabiduría, quería seguir al Señor.

La Gran Confesión: “Tú eres el Cristo”

Representación de Simón Pedro haciendo su gran confesión “Tú eres el Cristo” a Jesús, en el entorno rocoso de Cesarea de Filipo. – Foto: IA Gemini

Esta segunda declaración la encontramos en Mateo 16:13-20. Aquí, el Señor Jesucristo quiere saber qué piensan sus discípulos, más allá de lo que dice la gente. Al preguntarles, como siempre, Pedro toma la palabra y confiesa enfáticamente que Jesús era “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, revelando una concepción diferente a la del mundo.

Inmediatamente, el Señor lo declara bienaventurado, porque esa revelación le había sido dada por el Padre. Además, afirma que sobre esa confesión —que Cristo es el Hijo de Dios— será edificada la Iglesia, la cual es columna y baluarte de la verdad. [11] Claramente, esta declaración parece que elevó la presunción de Pedro, porque más adelante quiere aconsejar al mismo Dios encarnado (imagínense, aconsejar a Dios), para luego terminar siendo un “consejero reprendido”.

Esto muestra las inconsistencias en la vida de Pedro. Su personalidad, muchas veces impetuosa e imprudente, le trajo grandes y fuertes reprensiones, que ahora nos sirven como ejemplo para no confiar en nosotros mismos, sino para estar siempre a los pies de nuestro Señor. Seguramente muchos dirán que este análisis es descuidado, porque Pedro todavía no había experimentado el poder del Espíritu Santo que llegaría después de Pentecostés. Sin embargo, aunque esto último es verdad, nadie podrá negar que estos eventos quedaron escritos con un propósito claro: enseñarnos a no confiar en nosotros mismos. Esto es muy importante, porque cuando reflexionamos sobre el hecho de que Pedro estaba reprendiendo al Señor, podemos dimensionar la gravedad de la situación. Las buenas intenciones no significan que estemos haciendo lo correcto. ¿Nosotros corrigiendo a Dios? Muy seguramente, Pedro no escuchó nada más después de oír la palabra “muerte”, y sus pensamientos se nublaron a tal punto que no comprendió el resto del mensaje. [12]

Anuncio de la negación de Pedro

En este evento, Satanás pidió a los apóstoles para “zarandearlos”. Particularmente Pedro confió nuevamente en sí mismo, hasta el punto de enfatizar con gran ahínco que incluso acompañaría a Jesús hasta la muerte. Sintió tan sinceramente que podía cumplirlo que desafió al Señor mismo, contradiciéndolo al afirmar que lo acompañaría a la cárcel y hasta la muerte. Claramente, por más sinceras que sean nuestras declaraciones, nunca deben tener como base la confianza en nosotros mismos, y el apóstol Pedro es la fiel muestra de ello. [13]

La Noche más Oscura: La Triple Negación de Pedro

Este es el evento más triste en la vida de Pedro. Sin embargo, el Señor le había dejado claro que, por medio de esta tragedia, estaba moldeando su vida. Y aunque es una gran desdicha para un creyente vivir una situación así, al ver esta desventura a la luz del arrepentimiento de Pedro y el perdón del Señor, logramos percibir cuán magnífico puede llegar a ser el dolor momentáneo de los cincelazos de nuestro querido Escultor.

Este evento es muy trágico, porque Pedro negó a su Señor tres veces, y cada vez con mayor degradación. Es importante resaltar varios aspectos. Por ejemplo, el apóstol realmente confiaba tanto en sí mismo que creía que daría su vida por el Señor. Muestra de esto es su intento de cortar la cabeza a Malco, aunque finalmente solo le cortó la oreja. Otra muestra de autoconfianza es que, aunque el Señor le había dicho que lo negaría tres veces antes de que cantara el gallo, Pedro siguió confiando en que nunca lo negaría ante nadie y, aun así, lo siguió.

En esta situación, también es importante recordar que el apóstol menguó en la oración. Recordemos que, cuando el Señor bajó de Getsemaní, en tres ocasiones encontró dormidos a los apóstoles y reprendió directamente a Pedro. Definitivamente, esta es otra muestra de autoconfianza. Si el Señor ya les había dicho que habían sido pedidos para ser zarandeados, ¿por qué no estaban orando con Él? ¿Acaso ver al mismísimo Hijo de Dios dependiendo en todo del Padre no debería motivarlos a orar? Si Jesucristo necesitaba orar, cuánto más lo necesitamos nosotros.

Ahora, analizando la caída del apóstol, lo primero que notamos es la importancia de este hecho en la historia evangelística, ya que la negación de Pedro es mencionada en los cuatro evangelios. Por lo tanto, podemos reconstruir el suceso de manera muy completa. Según el evangelio de Juan, Pedro iba siguiendo a Jesús junto con otro discípulo que era conocido del sumo sacerdote. Este discípulo fue quien hizo entrar a Pedro, y apenas entraba, la criada portera lo confrontó, diciendo que era discípulo de Jesús. Y he aquí la primera negación.

Después de haber entrado, según Juan, estaba calentándose junto al fuego con los demás. Aquí, la acusación en plural muestra que fue un grupo de personas quienes lo interrogaron. Después de esto, según Mateo, Pedro negó a Jesús con juramento. He aquí la segunda negación. Juan dice después que un familiar de Malco reconoció claramente a Pedro, y en la tercera negación, lo hizo con maldiciones. Es sumamente triste ver cómo el apóstol cayó en este derrotero, que lo llevó a usar un lenguaje que, a lo mejor, era el que usaba cuando aún era incrédulo, puesto que le brotó naturalmente. “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos…”.

Seguramente hay varios aspectos que agravan la caída de Pedro. Por ejemplo, ¿cómo se sentiría después, sabiendo que había sido advertido por el Señor? ¿O cómo se sentiría sabiendo que tenía un lugar de privilegio al pertenecer al círculo íntimo del Señor? Incluso dentro de este círculo, a Pedro siempre se le mencionaba primero, mostrando su preeminencia. A pesar de ser tan privilegiado, seguía siendo un hombre. Otra cosa que debió acentuar su caída fue que la negación fue muy enfática: no solo lo negó tres veces, sino que lo hizo con juramento y con maldición. Con el mismo énfasis con que dijo que iría hasta la muerte por Jesús, terminó acentuando su negación.

De las cosas más fuertes y tristes en la vida de Pedro, y que desconsuela profundamente, es la mirada que recibió del Señor:

“Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lc. 22:61-62).

La Negación de San Pedro (1873) por Carl Heinrich Bloch. – Foto: dominio público.

Así me he sentido yo cuando he pecado contra el Señor. ¿Te has sentido así alguna vez? Quiera Dios usar esta etapa de la vida del apóstol Pedro para alentarnos y mostrarnos nuestra necesidad constante de nuestro amado Salvador y de su Espíritu Santo, quien nos consuela y conforta. En la segunda parte de esta publicación veremos la vida del apóstol después de Pentecostés. ¿Cómo habrá sido este cambio? ¿Habremos experimentado nosotros ese cambio también?

Bendiciones.

 


Referencias.

[1] Salvador Gómez. Primer encuentro con Jesus (Predicación en Audio: IBSJ, 2003)

[2] Walls, A. F, E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry, Diccionario de Teología (Michigan: Libros Desafío, 2006). pp. 463–464.

[3] Manser, M. H. G. Powell, Ed. Diccionario de temas bíblicos. (Bellingham: Software Bíblico Logos, 2012). p. 5113

[4] Gish, J, J. D. Barry & L. Wentz, Diccionario Bíblico Lexham . (Bellingham: Lexham Press, 2014).

[5] Ventura, S. V. En Nuevo diccionario bíblico ilustrado. (Barcelona: CLIE 1985) p. 899–901.

[6] Walls, A. F, E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry, Diccionario de Teología (Michigan: Libros Desafío, 2006). pp. 463–464.

[7] Salvador Gómez. Pedro camina sobre las Aguas (Predicación en Audio: IBSJ, 2003)

[8] Gish, J, J. D. Barry & L. Wentz, Diccionario Bíblico Lexham . (Bellingham: Lexham Press, 2014).

[9] Ventura, S. V. En Nuevo diccionario bíblico ilustrado. (Barcelona: CLIE 1985) p. 899–901.

[10] Walls, A. F, E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry, Diccionario de Teología (Michigan: Libros Desafío, 2006). pp. 463–464.

[11] Salvador Gómez. La Segunda Confesión de Pedro. (Predicación en Audio: IBSJ, 2003)

[12] Salvador Gómez. Pedro, el Consejero Reprendido (Predicación en Audio: IBSJ, 2003)

[13] Salvador Gómez. Jesús Anuncia La Negación de Pedro (Predicación en Audio: IBSJ, 2003)

[i] Nota: al situar más de una cita al final de un bloque de texto, es porque este es el resultado de la unión de información de distintas fuentes, pero unida y presentada con mis propias palabras, con el fin de ordenarla y mostrarla como más conviene para el propósito de mi ensayo.

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